viernes, 17 de junio de 2011

Cárceles cubanas y huelgas de hambre

Cárceles cubanas y huelgas de hambre

El ayuno total bajo el castrismo puede ser fatal en todos los órdenes:
se puede morir, quedar inválido, lisiado de por vida o lo que es peor,
perder el respeto de tus compañeros si dejas el calvario antes que se
asuma una postura en común, o tus propios amigos te lo exijan.

Pedro Corzo/ Especial para martinoticias.com 16 de junio de 2011
Foto: martinoticias.com

La prisión es agobiante en cualquier sociedad, pero cuando se cumple
cárcel en condiciones como las que caracterizan al régimen cubano, es
cómo un andar en una angustia sin fin. La familia tiene que estar muy
unida para que la relación con el preso sobreviva. Las amistades
enfrentan intimidación y represión.

La solidaridad con el desafecto implica peligros. Represión, pérdida de
empleos. Marginación. El respaldo a un preso significa pasar al bando de
los reprimidos, de los odiados. Se conoce sólo lo que el gobierno
quiere, se comenta en público lo que las autoridades permiten y la
versión oficial, si es que existe, se sustenta en el descrédito del
encarcelado.

Por su parte el prisionero tiene que poseer unas reservas morales muy
fuertes para soportar el aislamiento, donde se hace real la gastada
expresión de la muerte en vida. Las comunicaciones con el mundo exterior
son escasas y siempre controladas por las autoridades.

Durante mucho tiempo el mundo ignoró lo que ocurría en las prisiones
cubanas, pero ya la dictadura no puede esconder sus sucios secretos. El
monopolio que ejerce sobre la información tiene fisuras, y al fin las
personas han empezado a ver y escuchar lo que ocurre en la isla.

Una huelga de hambre en una prisión totalitaria es una acción dramática
que puede fácilmente concluir en tragedia. La huelga de hambre, una
elección peligrosa en cualquier situación, es posiblemente catastrófica
cuando tiene lugar en un estado donde no hay opinión pública, donde las
denuncias al interior del país no pasan de ser un heroico susurro.

Los ayunos totales bajo el castrismo pueden ser fatal en todos los
órdenes: se puede morir, quedar inválido, lisiado de por vida o lo que
es peor, perder el respeto de tus compañeros si dejas el calvario antes
que se asuma una postura en común, o tus propios amigos te lo exijan.

Las huelgas de hambre son un instrumento de protesta, una estrategia,
una acción para llamar la atención. Sin embargo, pueden convertirse en
el último combate de la existencia por una decisión consciente, o
simplemente porque el cuerpo no soportó la fatiga.

También hay quienes hacen una huelga de hambre con la intención precisa
de echar la batalla final. De darlo todo por sus convicciones. Pedro
Luis Boitel fue uno de ellos. En su última huelga no quiso informar a
las autoridades. Escogió su manera de morir.

El heroísmo de Orlando Zapata Tamayo, su férrea voluntad, las muchas
huelgas que realizó, también parecen indicar que escogió conscientemente
la ruta de la inmolación por sus ideales. El clamor de su cuerpo ha
conmovido al mundo y ante esas convicciones no hay dictadura que valga,
el individuo se impone al poder.

Todo parece indicar que ellos y muchos otros partieron a la huelga a
sabiendas de que sería su final. Eligieron morir así. Un corajudo grito
de silencio. Un acto de total independencia.

Rechazar alimentos por un periodo de tiempo, dice Amado Rodríguez, 29
días en huelga de hambre, "exige disciplina, concentración y la
convicción suficiente para no ceder ante los reclamos del cuerpo, cuando
los días pasan, se incrementa la debilidad, y sólo queda el recurso de
las fuerzas morales para enfrentar las demandas de tu humanidad que se
derrumba, es cuando en verdad te percatas de que tienes que nutrirte de
tu espíritu, viajar hasta los más profundo de tu ser para desgajarte de
todo aquello que ya es lastre, porque tu objetivo en ese momento es
darte a la causa. Todo desaparece frente a ti y solo quedan tus
convicciones".

Han sido muchas, de 1959 a la fecha, las huelgas de hambre que han
realizado los presos en Cuba. Huelgas individuales y colectivas, como
una en 1968 en La Cabaña, en la que se involucraron más de 800
prisioneros políticos.

Algunas huelgas incluían no beber agua, como la que realizó el ya
fallecido Jorge Rodríguez Muro, la hizo en la cárcel de Remedios. La
seria crisis que enfrentó a los siete días de no beber agua, siempre se
negó a recibir atención médica, determinó a sus carceleros satisfacer
sus demandas.

El médico Alberto Fibla González, ex preso político cubano, participante
de varias huelgas de hambre, refiere en el libro Cuba y castrismo:
huelgas de hambre en el presidio político, de José Antonio Albertini:
``Una huelga de hambre es un proceso terrible. Un huelguista está
agonizando después del vigésimo día sin ingerir alimentos. El hambre es
insoportable. Comienza con esa sensación de vacío que todos conocemos.
[. . .] Aparecen los vómitos que deshidratan, al mismo tiempo que se
experimenta frialdad, palidez y sudoración pegajosa. La vista merma de
día en día y se convierte en una nube que distorsiona paredes y rejas.
Las piernas parecen despegarse del cuerpo. [. . .] La piel se va
aplastando contra el hueso, como si fuera a fundirse con él. Esto que
digo no es más que el preludio obligado que conduce, si la postura se
mantiene, a una muerte lenta y angustiosa''.

Lamentablemente, las huelgas de hambre se han llevado a muchos
prisioneros políticos, pero muchos más han quedado quebrantados de por
vida. Pero a veces se aprecian más en aquellos que con un coraje
ejemplar asumieron el derecho divino de morir a su manera, pero que por
diversas razones y motivos sobrevivieron a su empeño de partir como querían.

Es justo, antes de concluir, citar a los al menos 12 prisioneros
políticos cubanos que han perecido en huelgas de hambre: Roberto López
Chávez, Luis Álvarez Ríos, Francisco Aguirre Vidarrueta, Carmelo Cuadra
Hernández, Pedro Luis Boitel, Enrique García Cuevas, Olegario Charlot
Spileta, José Barrios Pedré, Reinaldo Cordero Izquierdo, Santiago Roche
Valle, Nicolás González Regueiro y Orlando Zapata Tamayo.

Estos hombres que con un coraje ejemplar asumieron el derecho divino de
morir a su manera, han dejado una huella indeleble en la memoria
colectiva de la nación cubana, independientemente de la ideología o
ausencia de ella, que practique cada uno de sus hijos.

http://www.martinoticias.com/noticias/reportajes/Carceles-cubanas-y-huelgas-de-hambre-123993324.html

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